¡Hola! Tanto si has llegado aquí por casualidad como si sabes perfectamente a lo que vienes, estás invitado a leer el blog y comentar.
En este blog os encontrareis con algunos proyectos y relatos de un intento de escritora (una servidora), mi evolución como escritora, que espero sea positiva, y algunas cosas aleatorias de las que vea la necesidad de compartir.
Espero que os guste, y recordad que las opiniones sinceras se agradecen.

domingo, 17 de febrero de 2013

Relato - Miedo



Bueno, este blog está prácticamente muerto desde que a mi tiempo le dio por decir hasta luego. Pero eso no significa que os vayáis a librar de que suba relatos cuando consiga comprar tiempo, así están las cosas.

Miedo


Noto cada uno de los vellos de mi cuello erizándose. Poco a poco, van irguiéndose mientras pequeños escalofríos se extienden por todo mi cuerpo.

Una brisa helada que dura un momento, manda otro escalofrío directo a mi columna. Tras un segundo me planteo si lo he imaginado, pero mi cuerpo sigue frío y en tensión.

No oigo nada, el silencio es absoluto. Pero aun así imagino mi respiración y mis latidos, retumbando dentro de mí y desvelándome. Al poco, comienzo a imaginar los sonidos que haría el causante de mi pánico si de verdad pudiera escuchar algo. Mi mente imagina gritos que se escapan del purgatorio y el ruido de una dentadura que no ha probado un bocado en eones.

Comienzo a notar un hormigueo que se extiende desde mis omoplatos. Me tenso aún más, agitándome espasmódicamente.


Poco a poco extiendo mi mano, barriendo la pequeña sección delante de mí en busca de algo. No sé exactamente que busco, mi mente no deja de repetirme que un arma sería inútil, pero a su vez lo veo como lo único que me daría alguna esperanza. Sin embargo delante de mí solo hay una nada viscosa, un espacio denso oscuro e intangible.

El frío regresa, esta vez trepando desde mis tobillos. Olvido el tacto que tenía el suelo bajo mis pies, pues ya no siento en ellos más que frío.

Me encojo, en parte para protegerme del frío en parte para controlar el temblor.

Mi saliva se seca antes de llegar a la garganta. No noto el calor de mi aliento pese a tener mis manos cubriéndome el rostro. Y noto el aire encima de mí como si pesara toneladas.

Lentamente, con una parsimonia torturante, dejo de sentir mi propio cuerpo. Mi respiración y mis latidos de silencian, pero siguen estado ahí. Pero ya no me noto a mí misma, solo noto el frío que sé que me recorre.


Y aún más lentamente, su presencia se va haciendo concreta. Noto su cuerpo tras de mí. Demasiado lejos como para poder tocarme pero lo suficientemente cerca como para sentir el frío que emana de él.

Sé que en medio de la oscuridad, en algún punto que no puedo ver más que con el rabillo del ojo, se alza oscuro e imponente. Su forma es cambiante y no veo más que sombras moviéndose en la oscuridad.

No me atrevo a girarme. Le temo y él lo sabe, de eso se ha estado alimentando todo este tiempo. De miedo ha nacido y no morirá, lo sé porque ahora mismo todo lo que queda de mí es el miedo.

Sigue creciendo y cada vez noto más su presencia. No me hace falta girarme para saber que se está acercando.

He vuelto a sentir dónde está mi corazón. Noto el frío envolviendo ese punto en lo que debe ser mi cuerpo mientras la sombra se acerca, volviendo con cada centímetro más negra la oscuridad.

Y de pronto el punto se pierde entre el frío. Y poco a poco el frío se convierte en dolor, un dolor punzante que me atraviesa.

Y sin darme cuenta, la negrura absoluta ha acabado por cerrarse en torno a mí. Y de golpe vuelvo a sentir mi propio cuerpo, siendo despedazado.


Y lo último que siento antes de que mi consciencia sea devorada por la oscuridad es un grito. Mi propio grito de terror, agudo y doloroso, me acompaña a la nada.